Ganador del concurso ''Chile con mis Ojos'' 2007

Emocionado y contento me encuentro por ser uno de los ganadores del concurso literario ''Chile con mis Ojos'', en su versión 2007. Este es un certamen dirigido a los chilenos que se encuentran en el extranjero, de gran convocatoria, con un buen jurado y organizado por la señal internacional de TVN.

Este año el jurado estuvo integrado por las escritoras Pía Barros y Teresa Calderón, los escritores Tomás Harris y Raúl Zurita, y en representación de TVN, el periodista Amaro Gómez-Pablos.

Si bien no existe un premio en dinero, lo interesante de este concurso dedicado al microcuento (máximo 120 palabras) es que que las obras seleccionadas serán llevadas a la pantalla de la señal internacional de Televisión Nacional de Chile, en la forma de microprogramas ilustrados con imágenes representativas de Chile y del contenido del relato.

Cada uno de estas realizaciones será identificada como una de las obras ganadoras de este concurso y señalará expresamente el nombre del autor y su país de procedencia. Además, las realizaciones audiovisuales hechas a partir de las obras seleccionadas serán parte de un disco de video digital (DVD) que será difundido en medios relacionados con la cultura en Chile y el extranjero.

Finalmente, se editará un libro que recopile las obras premiadas, el que se distribuirá exclusivamente a organizaciones públicas y privadas de Chile y el extranjero, en forma gratuita, con fines de difusión (http://www.chileconmisojos.cl/).

La mayor emoción se debe a que gané con un microcuento titulado ''Mi abuela'', que escribí la noche del pasado 14 de octubre, a pocas horas de haber recibido una llamada desde mi natal Rancagua. Era mi madre que me contaba que mi abuela, Aída De la Barra, había fallecido luego de padecer un duro alzheimer.

Acá pego el microcuento, como un homenaje:

''Mi abuela''

‘’Las puertas quedan abiertas. Toma un vuelo y nos volvemos a abrazar’’. Lo dijeron tus lágrimas en la despedida. Las palabras nunca han sido tu fuerte. Era madrugada en Rancagua. Jacinta movía su cola, pidiendo un paseo en el escarabajo.
¿Cuántos aviones vi surcar la Mitad del Mundo? ¿Cuántas veces me imaginé arriba de ellos? Y pensar que bastó una llamada -todavía vibra mi bolsillo- para abrazarte otra vez. ‘’Murió mi abuela, ¿verdad?’’, dije al reconocer tu silencio. Asentiste y te pensé mordiéndote el labio inferior.
Esa noche salí a caminar por Quito y al regresar prendí una vela. Te vas a reír, pero hablé con ella. Ya no había alzheimer. Serena, dijo que cosas así, suceden todo el tiempo.